Un encuentro entre cultura, diplomacia y vino marcó el tradicional almuerzo de vendimia que Viña Miguel Torres Chile ofrece cada año en el corazón del valle de Curicó.
Esta celebración tiene una historia que comienza, justamente, gracias a la participación visionaria de Don Miguel Torres Riera, quien presentó al alcalde de la época la idea de realizar una fiesta pública para celebrar el tiempo de vendimia. Así nació, hace ya 36 años, la Fiesta de la Vendimia de Curicó, un modelo que hoy se replica en distintas zonas vitivinícolas del país.
La vendimia no solo celebra la cosecha del vino: también es símbolo de encuentro, memoria y proyección. En el marco de la Fiesta de la Vendimia de Curicó, Viña Miguel Torres Chile volvió a reunir a autoridades, representantes del sector vitivinícola y figuras del ámbito diplomático en su ya tradicional almuerzo, esta vez con un acento especial: la presencia de Brasil como país homenajeado.
Con la elegancia que caracteriza a la viña, el evento realizado el sábado 22 de marzo reunió a clientes provenientes de distintos lugares de Chile, líderes del mundo del vino, representantes del cuerpo diplomático, exportadores, medios especializados y amigos cercanos de la familia Torres, en una jornada que combinó hospitalidad, contenido y una propuesta enogastronómica de alto nivel.
La ceremonia fue abierta por el gerente general de Viña Miguel Torres Chile, Jaime Valderrama, quien dio la bienvenida oficial a los asistentes y presentó el saludo audiovisual enviado desde España por Don Miguel Torres Riera, presidente de Familia Torres.
Posteriormente, el enólogo jefe de la viña, Eduardo Jordán, compartió detalles sobre los vinos seleccionados para maridar cada momento del menú, destacando su carácter, procedencia y armonía con los platos.
La ceremonia fue coordinada con la voz cálida y precisa de Carolina Márquez, quien ofició como maestra de ceremonias, conduciendo el encuentro con sobriedad y cercanía.
A través de un mensaje audiovisual, Don Miguel Torres evocó con emoción su llegada a Chile en 1977, acompañado por su entonces colaborador y amigo entrañable, Alejandro Parot, quien dejó una profunda huella en la historia de la viña y cuyo recuerdo permanece vivo, especialmente tras su partida durante la pandemia.
Don Miguel rememoró el potencial vitivinícola que lo llevó a apostar por el valle de Curicó, y también dedicó palabras a las amistades forjadas en suelo chileno, cerrando con un brindis simbólico: “Me hubiera encantado acompañarlos en esta fiesta de lazos familiares. Hoy celebramos, como cada año, con gratitud en el corazón. Levanto mi copa por la prosperidad de Chile y, sobre todo, por su felicidad. Salud.”
En su intervención, Jaime Valderrama destacó el valor estratégico de Brasil como mercado emergente y fuente de inspiración cultural para Chile.
“Brasil representa una conexión vital, no solo por sus cifras, sino también por su energía, su gente y su cultura.” Acto seguido, el embajador de Brasil en Chile, Paulo Coelho, ofreció un discurso institucional, valorando el homenaje recibido por su país y reafirmando la estrecha relación entre ambas naciones. “Brasil se consolida como el principal mercado de América Latina y, a su vez, como el tercer mayor destino para las exportaciones chilenas a nivel global.” Cercano y diplomático, cerró con una reflexión: “Estamos a solo tres horas de distancia, pero mucho más cerca en espíritu.”
La propuesta culinaria estuvo a cargo del equipo de La Bodeguita de Miguel Torres Curicó, bajo la dirección del chef Gabriel Ramos, quien diseñó una experiencia que conjugó producto local, técnica contemporánea y un delicado diálogo cultural entre Chile y Brasil.
Cada preparación fue concebida como un puente entre identidades, ejecutado con precisión y sensibilidad. El menú se transformó en una extensión del espíritu de la viña: elegancia, autenticidad y vocación internacional.
La experiencia comenzó con una selección de bocados que ofrecieron un recorrido por sabores del sur del mundo:
- Ostión en salsa verde y lactonesa.
- Empanadas de pino y morcilla al rescoldo, con pebre ahumado en cenizas de parra.
- Croquetas de queso de cabra con pesto de albahaca.
- Tomates cherry rellenos de tartar de jaiba, en aderezo cítrico.
- Pinchos de picanha a la parrilla, con aceite ahumado. Y el infaltable pan de queijo, como guiño inaugural a la cultura brasileña.
- Entrada: corvina ahumada en leña de parra, con farofa brasileña, salsa tártara y emulsión de camote, maridada con Chardonnay Cordillera.
- Plato principal: la tradicional paella de la casa, servida con el intenso y elegante VIGNO Carignan.
- Postre: un semifrío de mango y maracuyá, con helado, crocante de merengue y gel de menta, seguido por brigadeiros, como dulce broche de oro, realzado con el nuevo Pisco Platino 40° El Gobernador.
Más allá de los discursos, los brindis y los sabores, el almuerzo de Viña Miguel Torres fue la expresión de una historia que se renueva año a año. Con Brasil como invitado de honor, esta vendimia no solo celebró la cosecha, sino la amistad entre pueblos, el trabajo bien hecho y el poder del vino para reunir a quienes comparten visión, territorio y futuro.