Degustado en exclusiva, maridado el fin de semana, y obsequiado con cariño por don Felipe de Solminihac, uno de sus creadores.
Un vino nacido de la visión
El SOL de SOL Chardonnay no es solo un vino: es una declaración de identidad. Nacido en el año 2000, pero gestado desde 1993 en los campos de Traiguén, en el entonces desconocido Valle del Malleco, este vino ayudó a dar vida a una nueva apelación de origen en Chile. Fue necesario incluso trabajar junto al Ministerio de Agricultura para crearla.
Este chardonnay encarna una visión: elaborar un vino blanco de altísima calidad que expresara la mineralidad de los suelos volcánicos y el carácter ácido y elegante de un clima frío y sureño. Una apuesta osada que, sin exagerar, revolucionó el concepto del Chardonnay chileno.
Donde el frío hace la magia
Lo que hace tan especial a este vino es su origen. El período de madurez se da entre enero y fines de febrero, cuando las temperaturas bajan considerablemente. Esa condición permite conservar intacta la acidez natural y el perfil aromático de la uva. Además, los rendimientos bajos típicos de esta zona entregan un vino de gran concentración y volumen en boca.
Suelo volcánico y viticultura precisa
Plantado en 1993 sobre arcillas rojas profundas, este viñedo retiene el agua de forma natural, pero requiere riego por goteo en verano, ya que entre diciembre y marzo las lluvias prácticamente desaparecen. Las plantas, de origen masal, se podan en Guyot doble y se conducen en espaldera con una densidad de 2.500 plantas por hectárea.
El viento sur, habitual en la zona, ayuda a la deshidratación natural de las bayas, sumando concentración.
De la vid a la botella: un proceso respetuoso
La vendimia se realiza a mano en la última semana de abril. Las uvas son transportadas de noche en cajas pequeñas hasta la bodega en Santiago, cuidando su frescura y estado perfecto.
Una vez allí, se prensan enteras en ciclo lento y presión baja, para luego pasar a una decantación de 36 horas en cubas de acero inoxidable. Posteriormente, el mosto fermenta en barricas de encina francesa (solo un 10% nuevas), donde permanecerá 9 meses sobre sus lías, sin trasiegos, y con batonage dos veces por semana.
La fermentación maloláctica se realiza solo en un 6% del vino, conservando la frescura y complejidad del Chardonnay. Su clarificación es natural y la venta se realiza recién al segundo año de embotellado.
Notas de Cata: refinamiento y carácter
Tuve la oportunidad de catar personalmente este SOLdeSOL Chardonnay 2024, y el resultado fue simplemente notable.
Visualmente, se presenta con un amarillo brillante y limpio. En nariz, muestra una complejidad encantadora: manzana verde, melón tuna, espárragos, aceitunas, toques de avellana tostada y una mineralidad bien marcada que remite a su origen volcánico.
En boca destaca su acidez fresca, un gran volumen que llena el paladar, y una persistencia larga que deja huella. Se conjugan de forma armónica la fruta, la tierra y la madera francesa. El equilibrio entre alcohol y acidez natural le confiere un potencial de guarda excepcional, algo poco común pero altamente valorado en los vinos blancos chilenos.
El sur también sabe brillar
SOLdeSOL Chardonnay es más que un vino, es un símbolo de innovación, coraje y amor por el terruño. Su historia, su método y su perfil sensorial lo elevan a la categoría de ícono, no solo del sur de Chile, sino de toda la vitivinicultura nacional.
Una experiencia que agradezco profundamente haber vivido, más aún al haber sido compartida de la mano de uno de sus autores. Porque hay vinos que se beben… y otros que se recuerdan. Este, sin duda, es de los segundos.