Joven en años pero madura en carácter, Viña Santa Sofía se ha abierto paso en el competitivo mundo del vino chileno con una propuesta que combina lo artesanal, lo elegante y lo auténtico. Con poco más de cinco años de trayectoria, esta bodega boutique ha sabido cultivar no solo vides, sino también una filosofía que honra las tradiciones más puras del vino.
Su detalle más icónico -el sello de cera colocado a mano en cada botella- no es solo una firma estética, sino un símbolo de respeto por los métodos ancestrales y un acto de dedicación que conecta cada creación con el espíritu del oficio. Esa capa de cera roja encierra mucho más que un vino: encierra intención, cuidado y una visión clara.
Los fundadores, Fernando Bustos Latorre y Sofía Saavedra Valderrama, dan forma a esta propuesta única desde dos mundos complementarios. Fernando, con más de ocho años vinculado al universo de las catas y a la organización del renombrado Concurso Internacional Catad’Or, imprime conocimiento y sensibilidad enológica en cada decisión. Sofía, abogada y primera chilena en obtener el título de Miss Tourism Queen, suma estrategia, presencia internacional y una estética sofisticada que proyecta la viña más allá del mercado local.
“Cada botella que producimos no es solo vino, es una obra de arte que lleva consigo historia, pasión y esfuerzo en cada etapa del proceso”, comenta Fernando Bustos. “El sello de cera es nuestra conexión con el pasado, un detalle exclusivo que deseamos compartir con quienes valoran el arte y la calidad.”
Con producción limitada y un firme compromiso con su terroir, Santa Sofía logra expresar en cada etiqueta la dualidad que hoy define a la nueva generación de bodegas chilenas: respeto por la tradición y osadía para innovar.
Su presencia internacional no ha pasado desapercibida. En ferias y encuentros en el extranjero ha captado la atención de conocedores y autoridades, como ocurrió en Dubái, donde el embajador de Chile en los Emiratos Árabes Unidos elogió personalmente su vino, validando así el carácter distinguido y global de esta joven viña.
Santa Sofía no solo ofrece vino: ofrece un relato embotellado, una experiencia sensorial que invita a explorar la belleza de lo bien hecho. Una marca que, sin duda, seguirá madurando con elegancia, con la mirada puesta en un futuro lleno de posibilidades.