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Cada 13 de agosto, Chile celebra con orgullo el Día Nacional de la Chorrillana, un plato irresistible que mezcla generosas papas fritas, cebolla salteada, huevos, carne y, según la versión, longanizas u otros ingredientes que lo convierten en una verdadera fiesta al centro de la mesa.
Detrás de este ícono de la gastronomía nacional, existen dos relatos que se disputan su origen.
La versión más antigua lo vincula a la Guerra del Pacífico. Se dice que, tras la batalla de San Juan y Chorrillos en 1881, las tropas chilenas comenzaron a consumir una preparación similar para reponer energías. Al volver a Valparaíso, la receta se popularizó rápidamente en las fuentes de soda y bares de la ciudad.
La otra historia viene de los cerros porteños. Víctor Suárez, dueño del legendario restaurante J. Cruz, asegura que fue él quien la inventó hace más de 30 años. Su idea era ofrecer un plato abundante y contundente para que los universitarios no se limitaran a beber alcohol. “No la llamé así por Chorrillos ni porque se chorreara. Simplemente me pareció simpático el nombre”, relató en 2018.
En sus inicios, la chorrillana de J. Cruz no era más que un bistec a lo pobre, pero con el tiempo fue incorporando longanizas, choricillos, champiñones e incluso cortes de carne más selectos. Hoy, cualquiera sea su origen, este plato se ha ganado un lugar indiscutible en las mesas y corazones chilenos.
