En la última década, el enoturismo en Chile pasó de ser un fenómeno incipiente a convertirse en uno de los motores del turismo nacional. Entre 2014 y 2024, el número de bodegas y viñas abiertas al turismo aumentó de 94 a 219, un crecimiento del 132,98% que refleja el interés sostenido por vivir el vino como una experiencia, más allá de la copa.
Crecimiento y diversificación
De acuerdo con el presidente de Enoturismo Chile, Claudio Cilveti, el sector es joven y dinámico: el 66% de las zonas enoturísticas tiene menos de 10 años y un 39% entre 0 y 5 años. En 2024, cerca de un millón de personas visitaron viñas chilenas, un 60% nacionales y un 40% extranjeros. Destaca el crecimiento del turismo interno: en 2017 los chilenos representaban el 35% de los visitantes, cifra que hoy llega al 59%. La oferta ha evolucionado hacia experiencias integrales que combinan vino, gastronomía, patrimonio cultural y naturaleza, con un fuerte impulso a la sustentabilidad: 90 viñas cuentan con certificación del Código de Sustentabilidad de Vinos de Chile.
Turistas nacionales y extranjeros
El perfil del visitante se ha diversificado. Los brasileños destacan por su alto interés en la temporada de invierno, aprovechando la cercanía entre centros de esquí y viñedos en la Región Metropolitana para combinar nieve y vino en un mismo día. También crece el número de turistas argentinos, estadounidenses y europeos que eligen los valles vitivinícolas chilenos.
Viñas que marcan tendencia
Ejemplos como Viña Vik, Concha y Toro y Santa Rita han impulsado el sector con hoteles de lujo, centros de visitantes, wine spas, fiestas de la vendimia y actividades de alto valor agregado. Viña Vik, reconocida como la segunda mejor del mundo en el ranking World Best Vineyards 2024, ofrece desde tours y almuerzos hasta estadías en su hotel y tratamientos en el Wine SPA. Concha y Toro invirtió US$ 17 millones en su nuevo Centro del Vino en Pirque, que en 2024 recibió más de 230.000 visitantes.
Expansión geográfica
Si bien los valles del centro (Casablanca, Maipo, Colchagua, Cachapoal, Curicó y Maule) siguen siendo el corazón del enoturismo, otras zonas emergen con propuestas únicas: Elqui y Huasco combinan vino y astroturismo bajo cielos limpios; Limarí y Choapa mezclan desierto, mar y montaña; Itata y Biobío apuestan por vinos de autor con fuerte identidad local.
En Santa Cruz, epicentro de Colchagua, la vendimia convoca a miles y colapsa la capacidad hotelera. Según su alcalde, Yamil Ethit, las inversiones sostenidas desde el año 2000 han transformado la comuna en un destino turístico integral.
Perspectivas
Para autoridades y gremios, Chile está en una etapa de madurez enoturística. La meta es consolidar al país como un destino enoturístico de clase mundial, diversificando la oferta e integrando el vino con el turismo cultural, gastronómico y de naturaleza. Las proyecciones apuntan a un crecimiento anual del 13% hasta 2030.