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El vino, el milagro y la memoria: una reflexión de Semana Santa

El vino, el milagro y la memoria: una reflexión de Semana Santa

By: Luis Campos


“Cuando los consejos son de cepa...”

Hay palabras que se fermentan lento en el alma, como los buenos vinos. Y como dice un viejo amigo sabio:
“cuando los consejos son de cepa… uno los toma con fe”.

Esta Semana Santa, el corazón del mundo cristiano se detiene a recordar un acto que cambió la historia: el mayor sacrificio de amor jamás visto. Un momento en que el cielo se conmovió ante un hombre justo, que, antes de entregar su vida, pronunció con misericordia infinita:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”

En ese tiempo, Pilato —gobernante del momento— se lavó las manos. No halló culpa alguna en Jesús, pero la presión del poder religioso lo empujó a ceder. El pueblo tuvo una elección: liberar a Barrabás, un bandido… o a Jesús. Eligieron al bandido.
Y desde entonces, la humanidad ha seguido eligiendo mal… pero también ha seguido teniendo oportunidades de redención.

Porque el verdadero milagro no fue la cruz.
El milagro fue lo que vino después: la resurrección.
Ahí, donde todo parecía perdido, nació la esperanza.

Hoy escribo estas palabras acompañado de un vino cuyo nombre tiene un eco divino: “El Milagro”.
Un vino que no sólo honra la vid, sino también el símbolo eterno del primer milagro de Cristo: convertir el agua en vino, en una boda, en una fiesta, en un momento de celebración con otros.
No fue un acto casual… fue una señal de abundancia, de amor compartido, de lo sagrado que es reunirnos en torno a una copa.

Porque el vino es eso: comunión. Es gratitud. Es memoria viva.

Jesús tomó una copa y dijo:
“Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por ustedes se derrama.” (Lucas 22:20)

Salud por los que ya no están.
Salud por los que siguen a nuestro lado.
Salud por los que vendrán.
Salud por el milagro de estar vivos.
Y salud por seguir creyendo en ese amor que —a pesar de todo— sigue ofreciéndose sin condiciones.

Haz realidad el milagro de Dios, disfrutando esta semana en buena compañía.
Y recuerda: amar al prójimo es un mandamiento dado por Dios.

Este mensaje no promueve un producto, sino un símbolo.
Brindar, agradecer y compartir… también es un acto de fe.


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